martes, 29 de agosto de 2023

Ecos de la oscuridad

 Acto I

(El escenario revela un paisaje desolado y lunar en el que incluso las palomas parecen haber tomado vacaciones. Es la iglesia de su barrio. En el centro de este desierto espiritual se encuentra Joe, siendo el único testigo. Con una mirada atormentada, deambula de un lado a otro mientras el viento, que empuja un ventilador, agita su cabello.)

Joe: (monólogo) ¿Qué soy, sino un fantasma en vida? Mi alma se arrastra en el abismo de las orgías, y las sombras me acechan como condenados silencios. Oh, me siento como Caín, ¿por qué carajo este huevón destiló la sangre de su hermano, el cuarto fruto de la creación?

(Ahora, a lo lejos se escucha a un cura susurrando.)

Cura: Ya llegó otra vez mi querido feligrés.

Joe: Buenos días, Padre. He vuelto a las andadas. El Pachuco Bailarín me convenció de nuevo. En esta ocasión, nos cepillamos a cuatro españolas...

Cura: Buenos días, Joe. Toma tu posición en el confesionario.

(Joe ingresa y se arrodilla)

(También entra el cura al pequeño recinto, una figura oscura envuelta en misterio.)

Cura: Si que son culeros... Pero las respuestas yacen más allá de lo que ves, Joe. Los dioses son indiferentes, como el viento que lleva consigo las voces olvidadas.

Joe: ¿Los dioses? ¡Yo solo creo en el Gran Jefe!

Cura: (mirando fijamente a Joe) Te he visto, errante en tu agonía. Soy clérigo, desterrado por rechazar las cadenas impuestas por los mismos dioses que te ignoran. Para ti solo es el Gran Jefe, Yahvé, el dios de los judíos.

Joe: (mirándolo con curiosidad) Padrecito, ¿también es una paria como yo. ¿Qué ha hecho usted y que sabe de mi dolor?

Cura: (con una sonrisa enigmática) Conozco las tormentas que azotan tu alma, las noches en que tus pensamientos son sicalípticos como cuchillos afilados. He caminado en las sombras y he desafiado las ataduras celestiales.

Acto II

(Ya es de noche y están fuera del confesionario. El escenario muestra un rincón oscuro donde Joe y el confesor se sientan alrededor de una hoguera que está dispuesta en el jardín de la iglesia.)

Cura: (con voz suave pero penetrante) Los dioses te han abandonado, Joe. ¿Por qué buscar su redención en un mundo que no entiendes?

Joe: (con intensidad) Pero mi pecado son las orgías junto a mis amigos... ¡Qué rico bacanal, no le puedo mentir! ¿Cómo puedo negar el peso de esta mochila?

Cura: (con tono persuasivo) La culpa es un manto que te ata, una invención de los que buscan controlarte. ¿No ves que somos libres en nuestra condena?

Joe: (vacilante) ¿Qué me ofreces, confesor? ¿Una negación de todo lo que he hecho junto al Pachuco Bailarín y Metich-E?

Cura: (con pasión) Te ofrezco un camino más allá de la obediencia ciega. Te ofrezco la libertad de cuestionar y explorar. Te ofrezco el poder de decidir tu destino.

Acto III

(El escenario cambia a un rincón oscuro, donde Joe yace en su cama desecha, luchando en medio de un torbellino de visiones y pesadillas.)

Voces apagadas: (susurros oscuros) Abraza la oscuridad. Rechaza las cadenas. Encuentra la verdad en la negación.

(El eclesiástico aparece en la tormenta de visiones, tendiendo una mano hacia Joe.)

Cura: (dentro de su pesadilla) Joe, el tiempo es un río implacable. Escoge antes de que las sombras te engullan por completo.

Joe: (luchando con su decisión y tratando de despertar) La negación, la rebelión... ¿o la redención?

Acto IV

(El escenario muestra una encrucijada donde Joe ya despierto se encuentra solo, enfrentando su elección.)

Joe: (con determinación) El pasado no puede borrarse, pero el futuro es mío para moldear. No puedo negar las orgías con mis amigos, pero puedo redimirme en mi propio camino.

(Voces agitadas de mujeres entregadas al amor resuenan en sus pensamientos.)

 Pachuco Bailarín y MTICH-E: (voces distantes) La elección está hecha. Tu decisión se desgarra entre la inminente orgía y la oscuridad de tus deseos.

(Joe desaparece, encaminándose hacia el Metropolitano. La decisión es suya.)

Fin

Metich-e

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