domingo, 28 de agosto de 2011

Poemas sueltos

AMAR Y SER AMADO
Amar es nada.
Ser amado es algo.
Pero amar a quien nos ama…
es todo

LÁGRIMAS
Enjuga, niña, tu llanto,
que esas lágrimas son perlas
y el ingrato no merece
que tú compasión le tengas.
 
Guarda esas lágrimas, niña,
que acaso algún día debas
llorar mucho más… y entonces
quién sabe, te falten ellas!
 
Y cuando seas mujer
y la realidad comprendas,
¡ah! Cuánto te habrá pesado
llorar por vanas quimeras!

SERÁ
Si sería o no sería
para qué me casaría
En la puerta de la Iglesia
que bicho me picaría
o en la casa de mi suegra
brujería me harían.

jueves, 25 de agosto de 2011

Frases y citas celebres sobre el sexo

* Debajo de una manta, ni la fea te espanta. – Anonimo
* El erotismo monta mecanismos que sustituyen el amor por un álgebra de sexos de combinaciones muy conocidas. – Emmanuel Berl
* Masturbarse es hacerle el amor a la persona que uno más quiere. – Woody Allen
* Los hombres alcanzan su máxima potencia sexual a los 18 años. Las mujeres alcanzan la suya a los 35 ¿No tenéis la sensación de que Dios nos esta gastando una broma? – Rita Rudner
* Se supone que la pornografía despierta el deseo sexual. Si la pornografía es un crimen, ¿cuando arrestaran a los fabricantes de perfumes? – Richard Fleischer
* Las mujeres necesitan una razón para tener sexo. Los hombres sólo necesitan un lugar. – Billy Crystal
* Es una ley inexorable en la vida de los sexos: la acción anafrodisíaca de la costumbre. – Gregorio Marañón
* Lo bueno de la masturbación es que no necesitas vestirte de forma elegante para ello. – Truman Capote
* El mundo está lleno de esos seres incompletos que caminan sobre dos pies y degradan el único misterio que les queda: el sexo. – David Herbert
* La cantidad total de sexo no deseado soportado por las mujeres probablemente es mayor en el ámbito del matrimonio que en el ámbito de la prostitución. – Bertrand Russell
* Vanidad, venganza, soledad, aburrimiento; todo vale. La lujuria es una de las razones menos comunes de la promiscuidad. – Mignon McLaughlin
* Uno no aprecia un montón de cosas en la escuela hasta que crece. Pequeñas cosas como ser castigado todos los días por una mujer de mediana edad. Cosas por las que, más tarde en la vida, uno paga un buen dinero. – Elmo Philips
* Cuando un hombre acude a una cita se pregunta si va a tener suerte. La mujer ya lo sabe. – Frederike Ryder
* ¿Gozaran tanto los infantes de la infancia como los adultos gozamos del adulterio? – Murray Banks
* Creo que los hombres hablan con las mujeres para poder acostarse con ellas y las mujeres se acuestan con los hombres para poder hablar con ellos. – Jay McInerney
* Los hombres son esas criaturas con dos piernas y ocho manos. – Jayne Mansfield
* Creo que el sexo es una de las cosas más bonitas, naturales y gratificantes que el dinero puede comprar. – Tom Clancy
* Creo que el sexo es una cosa hermosa entre dos personas… entre cinco ya es fantástica. – Woody Allen
* Una orgía real nunca excita tanto como un libro pornográfico. – Aldous Huxley
* Hay un gran número de dispositivos mecánicos que aumentan la libido. Particularmente entre las mujeres, el mejor de todos es el Mercedes Benz 380SL descapotable. – P. J. O’Rourke
* La verdadera sexualidad no es el simple acercamiento de los sexos, sino el trabajo creador del hombre y la maternidad de la mujer. – Gregorio Marañón
* Si nuestra vida sexual estuviera determinada por nuestros primeros experimentos de juventud, casi todo el mundo estaría abocado al celibato. En ningún otra área de la experiencia humana las personas están más convencidas de que pueden conseguir algo mejor si tan solo perseveran en ello. – P. D. James
* No es cierto que cuanto mas sexo tengas, mas interfiera este en tu trabajo. Me he dado cuenta de que cuanto mas sexo tienes, mejor trabajas. – H. G. Wells
* Es esencial que comprendamos de una vez por todas que el ser humano es una criatura sexual mucho mas que una criatura moral. Lo primero es inherente, lo segundo es un injerto. – Emma Goldman
* La diferencia de la infidelidad en los dos sexos es tan real que una mujer apasionada puede perdonar una infidelidad, cosa imposible para un hombre. – Henri Beyle Stendhal
* Se supone que la gente folla. Este es nuestro principal cometido en la vida, y todas esas otras actividades -tocar la trompeta, pasarle la aspiradora a la alfombra, leer novelas de misterio, comer crema batida de chocolate- son tan solo formas de pasar el rato hasta que vuelvas a follar. – Cynthia Heimel
* El sexo sin amor no es mas que ejercicio físico. – Robert A. Heinlein
* Hazlo bien y no mires con quien. – Woody Allen
* Para tener éxito con el sexo opuesto, dígale a ella que es usted impotente. No podrá esperar ni un minuto para refutarlo. – Cary Grant
* Dejar el sexo a las feministas es como dejar a tu perro de vacaciones con el taxidermista. – Matt Barry
* La diferencia entre la pornografía y el erotismo es la iluminación. – Gloria Leonard
* El sexo a los 90 es como intentar jugar al billar con una cuerda. – Camille Paglia
* La inactividad sexual es peligrosa: produce cuernos. – Woody Allen
* Dios inventó el coito; el hombre inventó el amor. – Hermanos Edmond y Jules de Goncourt
* Quítate la ropa y baja por la calle blandiendo un machete y disparando un Uzi, y los aterrorizados ciudadanos llamaran a la policía para denunciar: “¡Afuera hay un hombre desnudo!”. – Mike Nichols
* Solo hay dos cosas que un hombre y una mujer pueden hacer en un día de lluvia. Y a mi no me gusta ver televisión. – Carol Burnett
* El día en que lea que el sexo es malo para la salud, dejaré de leer. – WC Fields
* Interferir en el sexo entre adultos es una política redentora que lleva al oscurantismo y al poder de las mafias. – José Luis Roberto
* Es curioso que se le denomine sexo oral a la práctica sexual en la que menos se puede hablar. – Woody Allen
* Quizá pienses que te has enamorado cuando la pasión del sexo se apodere de ti. Pero si no amaste a ese hombre antes de ello, no lo amaras después. – Mae West
* Sexo: lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario de Shakespeare. – Robert Louis Stevenson
* Si vas a hacer algo relacionado con el sexo, debería ser cuanto menos genuinamente perverso. – Grant Morrison
* El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír. – Woody Allen
* Lo que comúnmente llamamos amor es, a saber, el deseo de satisfacer un voraz apetito con una cierta cantidad de blanca y delicada carne humana. – Henry Fielding
* El 50 por ciento de las mujeres de este país no tienen orgasmos. Si esto fuera así entre la población masculina, se declararía una emergencia nacional. – Margo St. James
* Si tienes que escoger entre el dinero y el atractivo sexual, elige el dinero. Según vayas envejeciendo, el dinero se convertirá en tu atractivo sexual. – Katharine Hepburn
* Ser viejo no es un problema ni un estorbo, pues viejos son los caminos y todavía echan polvo. – Anonimo
* Amaos los unos sobre los otros. – Woody Allen
* Según una reciente encuesta, las mujeres afirman sentirse más cómodas desvistiéndose delante de los hombres que de las mujeres. Dicen que ellas se vuelven demasiado críticas, mientras que nosotros los hombres, por supuesto, simplemente nos volvemos agradecidos. – Robert De Niro
* Un intelectual es alguien que ha encontrado algo más interesante que el sexo. – Edgar Wallace
* El sexo es, de todos los intercambios, aquel en el que las personas esperan mas de los demás y son menos honestas ellas mismas. – Jane Austen
* Un hombre que piensa no en una mujer como el complemento del sexo, sino en el sexo como el complemento de una mujer, está maduro para el amor: tanto peor para él. – André Malraux
* Lo trágico es cuando tienes el sexo en la cabeza en vez de ahí abajo donde es su sitio. – D. H. Lawrence
* En la vida hay dos cosas importantes: una es el sexo, y la otra… no tiene importancia. – Woody Allen

Loro

Libros que nos dejaron huellas

‘El País Semanal’ ha preguntado a 100 escritores de habla hispana los 10 libros que les han marcado, ordenados como en un ranking: 10 puntos para el primero hasta llegar a un punto para el último. La lista ordenada de los que mas puntos acumularon es la siguiente:
1.- El Quijote, de Miguel de Cervantes Saavedra
2.- En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust
3.- Odisea, de Homero
4.- El proceso, de Franz Kafka
5.- La metamorfosis, de Franz Kafka
6.- Ana Karenina, de León Tolstói
7.- Moby Dick, de Herman Melville
8.- Cuentos, de Antón Chéjov
9.- Guerra y paz, de León Tolstói
10.- Ficciones, de Jorge Luis Borges
11.- Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca
12.- Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoievski
13.- Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski

Tengo que confesar que hace varios meses que no me compro un libro; ni tan siquiera de cuentos, que es mi genero narrativo favorito. Ademas, siempre leo a autores que escriben en castellano, pues solo así puedo paladear los detalles mas íntimos del lenguaje. No sé otro idioma...jajaja. El caso es que he señalado algunas obras que, por un motivo u otro, han dejado huella en mi memoria.
* Libros que me han impresionado
El otoño del patriarca, de Gabriel Garcia Marquez
Pedro Paramo, de Juan Rulfo
Residencia en la Tierra, de Pablo Neruda
* Libros que me dejaron un dulce sabor de boca
El camino, de Miguel Delibes
En busca del unicornio, de Juan Eslava Galan
Romancero Gitano, de Federico García Lorca
* Cuentos que me impresionaron
El Sur, de Jorge Luis Borges, publicado en Artificios (1944)
Deutsches Requiem, de Jorge Luis Borges, publicado en El Aleph (1949)
¡Diles que no me maten!, de Juan Rulfo, publicado en El llano en llamas (1953)
* Cuentos que me dejaron un dulce sabor de boca
Chico de Madrid, de Ignacio Aldecoa, publicado en El corazón y otros frutos amargos (1959)
El hechizado, de Francisco Ayala
El ahogado mas hermoso del mundo, de Gabriel Garcia Marquez, publicado en La increíble y triste historia de cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972)

Pregunta: ¿Que obras literarias te han dejado huella?

La fruta de Sir Isaac Newton

La Teoría de la Gravitación Universal de Sir Isaac Newton (4 de enero de 1643 – 31 Marzo de 1727) apareció en el tercer libro de su obra Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica, publicado el 5 de julio de 1687 y titulado De mundi systemate. Newton no tenia la mas mínima intención de escribir esta obra, pero Edmond Halley le animó a hacerlo, pagandole incluso los gastos de impresión.Principia MathematicaVoltaire escribió en su Essay on Epic Poetry (1727): “Sir Isaac Newton, paseando en sus jardines, tuvo la primera idea de su sistema gravitatorio tras ver caer una manzana de un árbol”. Mas tarde, en sus Lettres philosophiques (1733-34), escribió refiriéndose de nuevo al ingles: “Estando retirado en 1666 en el campo cerca de Cambridge, un día que paseaba por el jardín y vio unas frutas caerse de un árbol, se abandonó a una meditación profunda sobre este fenómeno de la gravedad…”. Ciertamente, el científico pasó mucho tiempo vagando y divagando por los jardines de su casa materna, situada en Woolsthorpe, condado de Lincolnshire. Fue a causa de un forzoso retiro, pues la Universidad de Cambridge hubo de ser cerrada durante muchos meses debido a La Gran Plaga: una epidemia de peste bubónica que azotó Inglaterra (especialmente la ciudad de Londres) entre 1665 y 1666, llevándose la vida de casi 100.000 personas.
Es probable que un ya octogenario Newton contara la anécdota en la década de 1720 a un grupo de amigos cercanos y parientes: Catherine Barton, Martin Folkes, John Conduitt y William Stukeley, pues todos ellos hicieron mención verbal o escrita a una historia mas o menos parecida. Estos propagarían la historieta, llegando finalmente hasta Voltaire, el cual la universalizo. Isaac D’Israeli termino de elaborar el mito, suponiendo que la dichosa manzana le cayo al genio en la mismísima cabeza.Sir Isaac NewtonSin embargo, muchos dudan de la veracidad de la anécdota. Y aun asumiendo que la manzana disparara la sesión de meditación que llevó a Newton hasta su idea de la gravedad universal, lo cierto es que el científico había mostrado interés por la naturaleza del fenómeno desde mucho antes. Algunas notas al respecto aparecen en su Quaestiones quaedam philosophicae: un libro de notas que escribió durante los primeros años que pasó en Cambridge. El caso es que intuyó la Ley en 1666, cuando contaba con tan solo 24 años, y realmente se le reveló durante su estancia en la casa materna. No obstante, no conseguiría demostrarla formalmente hasta pasados casi 20 años, en 1685. De hecho, los resultados numéricos de las primeras comprobaciones que, de acuerdo a la ley de la inversa del cuadrado, realizó por aquel entonces mostraron discrepancias entre si, luego pensó que las conjeturas eran erróneas; y ya no retomaría de nuevo el problema hasta 1679. En realidad, lo erróneo fue el dato del radio terrestre que uso para sus cálculos.
En enero de 1684, Sir Christopher Wren, Edmond Halley y Robert Hooke se reunieron para discutir sobre el movimiento de la Tierra y la hasta entonces conjetura de que la intensidad de fuerza de atracción disminuiría con el cuadrado de la distancia al Sol. Como ninguno de ellos fue capaz de deducir la ley de la inversa del cuadrado, en agosto de aquel año Halley fue hasta Cambridge para visitar a Newton, y le preguntó cual pensaba que seria la trayectoria de un planeta orbitando alrededor del sol en el supuesto de que la fuerza de atracción ejercida por la estrella disminuyera con el cuadrado de la distancia. El dijo que seria una elipse. Cuando Halley le preguntó por que lo sabia, Newton contestó tajante: “¿Por que? Lo he calculado”. Sin embargo, este no pudo encontrar sus cálculos para mostrárselos a Halley, y aquel tuvo que conformarse con la promesa de que le serían enviados una vez rehechos. La reconstrucción, empero, chocó con un obstáculo: demostrar que la fuerza de atracción entre dos esferas es igual a la que existiría si las masas de cada una de ellas estuviesen concentradas en los centros respectivos. Newton resolvió ese problema en febrero de 1685, tras comprobar la validez de su ley de la atracción gravitatoria mediante su aplicación al caso de la Luna; la idea, nacida veinte años antes, quedó confirmada entonces merced a la medición precisa del radio de la Tierra realizada por el astrónomo francés Jean Picard. Así, una vez Newton obtuvo las piezas necesarias del rompecabezas (gracias también a la colaboración del astrónomo real John Flamsteed) empezó a redactar sus Principia en ese mismo año de 1685. Téngase en cuenta que se trata de una compleja y rigurosa obra que ataca muchos temas: las leyes del movimiento, las órbitas celestes, la gravedad entendida como un fenómeno universal, la dinámica de fluidos, método de fluxiones…Principia MathematicaLos Principia terminan con el famoso Escolio General, en el que el genio reconoce su límite: “Hasta aquí hemos explicado los fenómenos de los cielos y de nuestro mar por la fuerza gravitatoria, pero no hemos asignado aun causa a esa fuerza. Es seguro que debe proceder de una causa que penetra hasta los cuerpos mismos del Sol y los planetas, sin sufrir la mas mínima disminución de su fuerza, que no opera de acuerdo con la cantidad de las superficies de las partículas sobre las que actúa… sino de acuerdo con la cantidad de materia solida contenida en ellas, propagándose en todas direcciones y hasta inmensas distancias y decreciendo siempre como el cuadrado inverso de las distancias… Pero hasta el presente no he logrado descubrir la causa de esas propiedades de gravedad a partir de los fenómenos; y no finjo hipótesis.
Newton, ya anciano, escribió: “En el mismo año [1666] empecé a pensar en cómo calcular la gravedad con relación a la órbita de la Luna: a partir de la ley de Kepler sobre los tiempos periódicos de los planetas que están en proporción sesquiáltera de sus distancias del centro de sus órbitas [Tercera Ley de Kepler], deduje que las fuerzas que mantienen a los planetas en sus órbitas deben ser inversas a los cuadrados de sus distancias a los centros respecto a los cuales giran; y por ende compare la fuerza requerida para mantener a la Luna en su órbita con la fuerza de la gravedad en la superficie de la Tierra, y me pareció que coincidían bastante exactamente. Todo esto lo logré en los años de la peste en 1665 y 1666. En aquellos tiempos estaba yo en mis mejores años en lo que respecta a la invención, y pensando en la matemática y la filosofía mucho más de lo que jamas lo haría desde entonces.”
Difícil saber si la manzana tuvo algo que ver, aun de una manera indirecta, en este episodio de la historia de la ciencia. Lo que si sabemos es que la mitología popular jamás desligará al científico de la verde fruta. Que así sea, pues.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Oda al culo de una arquitecta

     No suelo concordar con el prójimo varón sobre cuál es el mejor culo. Noto un gusto general por el culito escuálido de las modelos flacas. A mí me gustan grandes, hospitalarios, macizos. Me gusta el culo balcón, que sobresale y se autosustenta como un milagro de ingeniería. El culo bien latino, rappero, reggaetón, de doble pompa viva y prodigiosa.
Me salen versos cuando hablo de culos. Quizá porque en los culos hay algo más antiguo y atávico que en las tetas, que en realidad son una intelectualización. Las tetas son renacentistas, pero el culo es primitivo, neanderthaliano. Con su poder de atracción inequívoca, su convergencia invitadora, es un hit prehistórico. Despierta nuestro costado más bestial: el del acoplamiento en cuatro patas. Las tetas son un invento más reciente, son prosaicas. El culo, en cambio, es lírico, musical, cadencioso, indiscernible del meneo de caderas, del ritmo, la batida de la bossa que retrata a la garota que se aleja en Ipanema.
Porque el culo siempre se aleja, siempre se va yendo, invitando a que lo sigan. Se mueve en dirección contraria de las tetas que siempre vienen y por eso suelen ser alarmantes, amenazadoras, casi bélicas (me acuerdo de las tetas de Afrodita, la novia de Mazinger Z, que se disparaban como dos misiles). Las tetas confrontan, el culo huye, es elegía de sí mismo, se va yendo como la vida misma y deja tristes a los hombres pensando qué cosa más linda, más llena de gracia aquella morena que viene y que pasa con dulce balance camino del mar.
Las mujeres argentinas tienen orto, las colombianas jopo, las brasileras bunda, las mexicanas bote, las peruanas tarro, las cubanas nevera o fambeco, las chilenas tienen poto. O mejor dicho, las chilenas no tienen poto, según mis amigos transandinos que se quejan de esa falta y quedan asombrados cuando viajan por Latinoamérica. Yo mismo casi me encadeno a la muralla del Baluarte de San Francisco en el último Hay Festival de Cartagena de Indias para no tener que volver y poder seguir admirando el desfile incesante de cartageneras o barranquilleras cuyos culos altaneros merecían no este breve artículo sino un tratado enciclopédico o un poemario como el Canto General.
De las cosas que hacen las mujeres por su culo, la que más ternura me da es cuando lo acercan a la estufa para calentarlo. No lo pueden evitar. Pasan frente a una chimenea o un radiador y acercan el culo, lo empollan un rato. El culo es la parte más fría de una mujer. Siempre sorprende al tacto esa temperatura, el frescor del cachete en el primer encuentro con la mano.
Durante el abrazo, se puede llegar a los cachetes de dos maneras. Una es desde arriba, si la mujer tiene puesto un pantalón, pero es dificultoso y lo ajustado de la tela impide la maniobra y la palmada vital. La otra forma es desde abajo y eso es lo mejor, cuando se alcanza el culo levantando de a poco el vestido, por los muslos, y de pronto se llega a esas órbitas gemelas, esa abundancia a manos llenas. En ese instante se siente que las manos no fueron hechas para ninguna otra cosa más que palpar esa felicidad, para sentir con todos los músculos del cuerpo la blanda gravitación, el peso exacto de la redondez terrestre.
Se suele pensar que, en el sexo, la posición de perrito somete a la mujer. Pero hay que decir que abordar por detrás a una mujer de ancas poderosas puede ser todo lo contrario: es como acoplarse a una locomotora, como engancharse en la fuerza de la vida, hay que seguirla, no es fácil, uno queda subordinado a su energía, hay que trabajar, darle mucha bomba, carbón para la máquina. Es uno el que queda sometido a su gran expectativa, absorto, subyugado, vaciándose para siempre en la doble esfera viva de esa mantis religiosa.
Una vez vi un hombre de unos 45 años dando vueltas al parque, corriendo tras su personal trainer. Lo curioso es que era una personal trainer, y las calzas azules de esta profesora de gimnasia evidenciaban que tenía un doctorado en glúteos. Como el burro tras la zanahoria, el hombre corría tras ella sin pensar en nada más que ese seguimiento personal. No me sorprendería que a la media hora hubiera un grupo de corredores trotando detrás, en caravana. La música de los culos es la del flautista de Hamelin. Los hombres, con su legión de ratones, van tras ella, hipnotizados.
Las mujeres saben aprovechar sus recursos. Yo trabajé en una empresa en el mismo piso que una arquitecta narigona (esas narigonas sexys) y con un “tremendo fambeco”. Ella sabía que era su mejor ángulo y lo hacía valer, con unos pantalones ajustados que dejaban todo temblando. Era una de esas oficinas cuadradas, llenas de líneas rectas: el almanaque cuadriculado, la tabla rectangular del escritorio, la ventana, los estantes, las carpetas de archivos. Un lugar irrespirable de no ser por el culo de la arquitecta que a veces pasaba camino a tesorería o a la fotocopiadora. Su culo era lo único redondo en todo este edificio de oficinas. Lo único vivo yo creo. Nunca intenté nada (se decía que tenía un novio), pero en una época yo pensaba escribir una novela con los acoplamientos heroicos que imaginé con ella. Una novela que iba a titular, con un guiño a Greenaway, “El culo de una arquitecta”.
No escribí ni dos líneas de esa novela, pero sí algunos poemas que ella nunca leyó. Me acuerdo que la veía antes de verla, la intuía en un ritmo particular que tenía el sonido de sus pasos, un peso, un roce de la cara interna de sus muslos de falsa mulata. Cuando aparecía en el rabillo de mi ojo, ya sabía plenamente que se trataba de ella. Y pasaba y todo se detenía un instante, el memo, el mail, la voz en el teléfono, todo se curvaba de pronto, no había más rectas, todo se ovalaba, se abombaba, y el corazón del oficinista medio quedaba bailando. No exagero.
Además era plena crisis del 2002. Todo se derrumbaba, caían los ministros, los presidentes, caía la economía, la moneda, la bolsa, caía el gran telón pintado del primer mundo, caía la moral, el ingreso per cápita, todo caía, salvo el culo de la arquitecta que parecía subir y subir, cada vez más vivaracho, más mordible, más esférico, más encabritado en su oscilación por los corredores, pasando en un meneo vanidoso que parecía ir diciendo no, mírame pero no, seguime pero no, dedícame poemas pero no. Ojalá ella llegue a leer esto algún día y se entere del bien que me hizo durante esos dos años con solo ser parte de mi día laborable pasando con tanta gracia frente al mono de mi hormona. Y ojalá se entere también que, cuando me echaron, lo único que lamenté fue dejar de verla desfilar por los pasillos respingando el durazno gigante de su culo soñado.
     Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970. Cursó la carrera de Letras en la Universidad del Salvador, donde fue profesor adjunto de la cátedra de Literatura Inglesa. En 1996 publicó el libro de poesía “Tigre como los pájaros” (Mención Premio Fortabat). En 1998 obtuvo el Premio Clarín de Novela por “Una noche con Sabrina Love”, que fue llevada al cine y traducida a varios idiomas. En el 2001 publicó el libro de cuentos “Hoy temprano” y en el 2003, el libro de poesía “Consumidor final”.
Pedro 

Charlando con Neruda

Nuestro profe de Literatura.
El profe de Literatura que tuve en el colegio nunca daba clase.Mis amigos del cuarto de secundaria de la promo 77  lo saben. Llegaba al aula, se sentaba y decía: “Hacer el resumen del tema tal”. Como él no explicaba la materia del temario yo no me interesaba por sus exámenes. Pero al final del curso tuve que prepararme en uno. Mi intención por tal examen  fue de joda. Me leí a Neruda de arriba abajo. Pero era una pantomima por parte de ambos: él no estaba dispuesto a aprobarme puesto que me había aburrido durante todo el curso, y yo hice mi peor examen de secundaria porque sabia que de cualquier forma me iba a tener que pasar la mano, ya que tenia calificaciones de notable y sobresaliente en todas las demás asignaturas. Al final me aprobó por las presiones del resto de profesores: El caso es que alguna que otra vez hizo algo mas que leer el periódico mientras nosotros redactábamos resúmenes: aconsejar alguna que otra poesías. Yo no solía prestarle atención, pero de alguna manera logró que leyera a Neruda. Y de toda mi lectura estos versos se grabaron en mi distraída mente.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y te veo desde lejos, y tu voz no me toca.
Parece que la lengua se te hubiera quemado
y parece que un bozal te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de manchas
apareces con la escoba, y el bote de lejía.
Marujona sin remedio, te pareces a tu madre,
y te pareces a la palabra parlanchina.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, simbólico refunfuño.
Y te miro desde lejos, y tu voz no me alcanza:
déjame que vea en paz el partido de fútbol.
Déjame que te hable también con mi silencio
alto como una jirafa, simple como un tornillo.
Estás así desde anoche, callada y mosqueada.
Tu silencio es de pega, tan anómalo y ficticio.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una excusa bastan.
Y estoy jodido, jodido porque nunca es cierto.
Esta es una version humoristica del Poema XV del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). Hecha con el mas profundo respeto al autor de Barcarola… sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes, se levantan a orillas del océano solo.

El poema:

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza :
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Relatos sueltos


I
La noche era espléndida y generosa. Me encontraba ahí, sentado a la mesa, en el exterior, al frente de un parque, y bebía la tercera jarra en compañía de un amigo; era un bar que conocíamos de tiempo. Conversábamos muy amenamente sobre algunas tristezas y anécdotas del pasado, cuando se acercó, arrastrando los pies, un tipo muy desaliñado, con rostro de loco pobre y sin ningún signo de haber conocido el agua y unas tijeras por mucho tiempo. Mi amigo se puso en pie y se fue al baño, ignorándolo. El visitante se quedó parado, tambaleándose, muy apegado a mí y observándome atentamente. Luego, estirando el brazo, me dijo:    
—¿Me daría unas monedas, señor?
—¿Y para qué son, amigo? —le inquirí.
—Bueno, le aseguro que no son para comprar un litro de leche.
—Bien, y dígame ¿qué hace usted de su vida?
—Beber y beber, ¿y usted, señor?
—Yo… escribo, soy poeta…, creo.
—Ah, no está muy seguro; yo estoy seguro de ser un buen borracho.
—De acuerdo, ¿y qué hace un borracho cuando está sobrio para hacer de este mundo perverso y absurdo, un lugar mejor?
—Mire, señor, yo no sé muy bien la diferencia entre estar sobrio o borracho, pero de algo estoy seguro, los sobrios están destruyendo el mundo...
—Tiene razón, amigo, el poeta es usted, tome este billete, pero con una condición: no lo vaya a gastar en leche.
II
Cuando entro al Facebook, siempre pierdo mi tiempo observando, estúpidamente, alguno que otro comentario, los cuales suelen mostrar la psicología patológica de los que la escriben; colocan, de una manera excéntrica, fotos mostrando sus aburridos éxitos; cuentan, además, estupideces, nimiedades, banalidades, vacuidades, aburridas intimidades y peroratas políticas, religiosas y paranormales, bastante vomitivas… Al final, me hacen sentir como un imbécil, porque yo gasto más horas que un idiota buscando siempre cosas interesantes para el blog. La verdad es que en el Facebook solamente encuentro un cardumen de jugadores de todo calibre. Lo han convertido en una fábrica de conceptos de amistad y biografía que son un apestoso fraude. De todo esto se aprovechan los administradores; porque toda tu vida afectiva es convertida en un miserable producto, en un excremento que ellos llaman mercancía. Pero eso se ha acabado; ya no más con el Fraudebook. A partir de ahora me voy a convertir en un verdadero Blogger, limitándome a relatar anécdotas insubstanciales relativas a mi vida personal. Por ejemplo, la que me sucedió ayer mismo:
Son las doce del día.
Me detengo frente a la mesa y echo sobre un plato de loza el contenido de una lata de garbanzos precocidos, que luego llevo al microondas. Lo mío siempre han sido los fréjoles canarios con tocino, pero, con lágrimas en las papilas, mi desatendido paladar me pedía algo nuevo.
Como no sabía el tiempo que necesitaba para calentarse, le di cinco minutos: dos más de lo que suelen necesitar los fréjoles con tocino. Al sonar la campana de aviso, abrí la puerta del microondas y vi que me había excedido con el tiempo, pues aquello parecía una especie de infierno culinario, todo estaba cubierto por una densa capa de vapor. Con curiosidad y mucho cuidado, lo extraigo agitando el pecho y dándole soplidos huracanados. Por fin, al lograr observar el interior del plato, vi con tristeza que el trozo de tocino, que me había tocado en suerte, crepitaba angustiosamente entre las legumbres; como si fuera algo vivo, aparentaba estar retorciéndose de dolor. Por el hambre y el apuro, metí la cuchara para remover un poco el cocido, resoplándolo, con la intención de disipar el exceso de calor. Entonces sonó un “pop” y un garbanzo traicionero saltó desde el caldo describiendo, cual bala de cañón, una trayectoria parabólica en el aire hasta caer finalmente sobre mi antebrazo izquierdo. Me llevé la mano derecha hasta el punto del impacto con un gesto de dolor, pues el ardiente garbanzo me había quemado. Al retirarla, vi que la maldita legumbre asesina había dejado un círculo de piel enrojecida. Sin pensarlo dos veces, lo cubrí con una toalla mojada y salí corriendo hacia el hospital más cercano.
Así, después de haber hecho una cola inmensa para sacar el tique, a los pocos instantes, estaba parado otra vez junto a otros pacientes en la Sala de Urgencias. Allí aguanté el dolor y mi impaciencia, con resignación de preso, durante dos horas. Cuando me tocó el turno, que me indicaron por megafonía, entré apurado a la consulta, donde me atendió un señor vestido de blanco y enmascarado.
—¿Y usted que tiene? —preguntó.
—Un garbanzo asesino se ha abalanzado sobre mí causándome una gravísima quemadura —contesté, indolente, intentando demostrar una cierta actitud estoica ante el terrible ataque sufrido.
Me miró con los ojos muy abiertos, frunciendo el ceño, creo que siguiendo un inefable protocolo. Luego, sin interés, me dijo: 
—Usted debe ir a la consulta número ocho, que está en el primer sótano, al final del pasillo nueve.
—Pero... No diga eso.
El enmascarado, de patillas grisáceas, respondió con una mueca y rio de buena gana.
Como un soldado que recibe una orden, bajé apurado hasta la mencionada consulta y toqué a la puerta. Creo que le di ocho golpes seguidos. Durante un par de minutos esperé una respuesta. Nada. Giré la cabeza para dirigir una rápida mirada hacia el pasillo, pensando que alguien vendría a ayudarme. Pero no llegaba nadie. En los segundos que siguieron, contemplé la posibilidad de que el enmascarado me había engañado. Así que irritado volví a tocar a la puerta. Entonces, sentí que alguien tiraba del picaporte con fuerza, mientras lanzaba frases soeces. De la nada, apareció en el umbral de la puerta una mujer de uniforme verde.
—Pasé y sígame —dijo, casi gritando.
Asentí y la seguí a un lado.
En el estrecho recibidor se encontraban sentados en el suelo tres hombres de apariencia maltrecha. Cuando ingresé, el que bebía del pico de una botella, se quedó señalándome con el dedo. El del medio se puso a reír abriendo la boca y mostrando sus cochinos dientes amarillos. El tercero, a quien una negra cicatriz le atravesaba el rostro, arqueó las cejas y me devolvió la mirada. Sin detenerme, yo seguí caminando junto a la uniformada mujer. Las suelas de mis zapatos chirriaban en las oscuras losas exageradamente lustradas. Cuando llegamos a otra puerta, me guió a través de un pasillo hacía una habitación amplia y muy iluminada; casi en el rincón, había ubicada una mesa de trabajo. Ante la indiferencia de la que estaba sentada, me atreví a saludarla. Ella hizo unos gestos con las manos y llamó a mi acompañante. Cuando la observé mejor, me di cuenta de que era una enfebrecida y agotada doctora.
—Déjenos solos —le dijo.
—Ahí se lo dejo —respondió, dirigiéndole una rápida mirada.
—Buenos días; siéntese —me dijo—. ¿Qué le ha ocurrido?
—No quiero sentarme, solo quiero que me curen... ¡Estoy quemado!
—Hum... Es un nuevo millonario... —dijo, clavando la mirada en mi entrepierna.
Entonces me explicó que para elaborar un diagnóstico adecuado necesitaba hacerme antes un test, el cual me dijo era de Rorschach.
—De acuerdo —dije, siguiéndole la corriente. 
A continuación, me enseñó extraños dibujos de inspiración pornográfica compuestos por manchas, los cuales me pidió que identificara correctamente.
Creo que no fallé ninguno: el mono masturbador, la pareja de lesbianas lamiéndose la vagina, el labriego follándose a una cabra, la novicia usando un rosario como carrete tailandés… Al finalizar la prueba, la doctora extendió por fin un par de recetas y me despidió con una sonrisa burlona. Me dirigí enseguida a la farmacia más próxima. Durante el camino quise saber cuál era la medicación prescrita, pero aquello estaba caligrafiado con una ininteligible letra de médico, no pude entender nada. Una vez en la botica, me di con la sorpresa de que había perdido una de las recetas. No me quedó otra que entregarle la que me quedaba. La farmacéutica que me atendió echó un vistazo rápido a los garabatos del papel y levantando la vista me quedó mirando con una cierta expresión de enfado; como si estuviera siendo objeto de una broma.
—¿Pasa algo? —pregunté, confuso.
—Sí. Aquí no aparece recetado ningún medicamento.
—¿Cómo? ¿Qué ha puesto en el papel, entonces?
—Dice exactamente: “Tenga mucho cuidado con este hombre. Es un majadero con marcados rasgos de psicópata sexual. Vacúnelo con el medicamento que tiene la otra receta y dele unos caramelos para que se vaya a su puta casa”.
Acto seguido, me devolvió con desprecio la receta médica y atendió a otro cliente, ignorándome por completo.
Indignado, regresé a casa. Entré a la cocina y me situé frente al microondas, que aún guardaba en su interior el plato de garbanzos. “Ahora se van a enterar, cabrones. De mí no se ríe nadie. Reventaran todos como sapos inflados por el culo”, les avisé a los putos garbanzos sin que me oyeran. Cerré la puerta del horno, puse el temporizador en 20 minutos y me fui al cuarto de baño a hacer de vientre, deleitándome, sentado en el excusado, con el sonido de la cruel sangría: pop… pop… pop…
Y esto es todo… Bueno, miento. En realidad, aquí no ha acabado la cosa, porque mañana pienso ir a tirar unos cuantos cócteles molotov dentro del hospital, para quemarlo: será mi venganza por el denigrante trato recibido. Pero como esa no será una anécdota insustancial, se tendrán que enterar de los detalles por los periódicos... Hasta mañana. Creo. Ya les contaré más anécdotas...

Yonipacheco

Algo de Benedetti...

Mario Benedetti murió el domingo, día 17 de mayo de 2009, en su casa de Montevideo, Uruguay, a los 88 años de edad. Porque andaba en una edad en la que el océano era el océano y la muerte ya era casi suya.
Pasatiempo
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Una mujer desnuda y en los oscuro
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte. 

AMOR DE TARDE
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

CERTIFICADO DE EXISTENCIA 
                              Ah ¿quién me salvara de existir)
                              Fernando Pessoa
     Dijo el fulano presuntuoso /
     hoy en el consulado
     obtuve el habitual
     certificado de existencia
     consta aquí que estoy vivo
     de manera que basta de calumnias
     este papel soberbio / irrefutable
     atestigua que existo
     si me enfrento al espejo
     y mi rostro no está
     aguantaré sereno
     despejado
     ¿no llevo acaso en la cartera
     mi recién adquirido
     mi flamante
     certificado de existencia?
     vivir / después de todo
     no es tan fundamental
     lo importante es que alguien
     debidamente autorizado
     certifique que uno
     probadamente existe
     cuando abro el diario y leo
     mi propia necrológica
     me apena que no sepan
     que estoy en condiciones
     de mostrar dondequiera
     y a quien sea
     un vigente prolijo y minucioso
     certificado de existencia
     existo
     luego pienso
     ¿cuántos zutanos andan por la calle
     creyendo que están vivos
     cuando en rigor carecen del genuino
     irreemplazable
     soberano
     certificado de existencia? 

Táctica y estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites

Hasta siempre, Benedetti...Muchas gracias...mira que recuerdo este poema:

Gracias a vos he descubierto
que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida,
una bahía donde los barcos
llegan y se van,
llegan los pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones,
una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan y se van,
pero vos:
Por favor, no te vayas.

O la otra que nunca olvido:

Papel mojado
Con ríos
con sangre
con lluvia
o rocío
con semen
con vino
con nieve
con llanto
los poemas
suelen
ser
papel mojado.
 
Acá esta su despedida:
CHAU
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes, por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.