lunes, 14 de enero de 2013

Vuelta

Soy una mujer; el nombre no sé si importe, no lo diré. Estoy en mi cuarto, ordenado y excesivamente limpio. Hay cuadros con figuras que me miran, y también un espejo de mediano tamaño en el que se refleja mi imagen. Mi imagen está sentada, con los codos en el escritorio y los dedos golpeando unas teclas, escribiendo.

Estoy sola y con el temor de ser sorprendida. Miro algún ícono del Word en la pantalla y sigo escribiendo... De la ciudad dicen que no es inmensa, pero está habitada por muchísimas almas; que los siempre risueños jardines y parques se encuentran por donde camines. El Océano Atlántico la bordea. Mi hermana mayor, cuando éramos pequeñas, me dijo que viviríamos aquí. Nunca le tomé importancia a sus palabras, siempre le dije que ella estaba soñando. Un día incluso me enseñó un mapa en el que trazó un círculo con un plumón rojo; era esta ciudad. La verdad es que no me gusta; quisiera regresar al lugar en el que pasé mi infancia, mi pubertad y mi mejor vida. He llevado la cuenta de todos los años que he pasado aquí. Son demasiados. Ya no los aguanto. Deseo volver.

Tengo fama de avara entre mis hermanos, pero no es cierto. He recorrido todos los lugares que me han interesado, conozco Europa y algo de Asia... y regreso de vez en cuando al lugar de mi infancia. Parezco una desterrada, pero no lo soy.

Clarea el día y la tierra está cubierta de nieve. No corre el viento, lo puedo observar, sentir por la ventana abierta. Me quedo quieta, con el rostro pensativo y sobándome la nariz. Siento mi mano fría, sin brillo, opaca, como si tuviera un solo lado. Pienso en aquel vagabundo, aquel que aún odio con cariño. Mi memoria es terca, transgénica; no quiere proseguir el otro camino. Siempre me da la espalda. Marca bien el lugar y precisa sus nostalgias. Las arremolina como un esclavo... Es su inmortal, su infinita empresa, su pesadilla siempre tan lúcida.

Despierto. Me ubico y sigo la relación con mi cuarto, con sus cuadros y con el espejo que me acecha, que repite mi imagen casi idéntica. Me observo pensativa, poseída. Descubro que no lo puedo apartar de mis pensamientos. Los hechos no paran de repetirse. Aparecen ignominiosas lealtades que no puedo evitar. Lo buscan por todos los ángulos de mi cuarto, por los rincones conmovidos de mi memoria. Siempre están ahí, aún tibias...

Estoy temiendo ser una amalgama de Galatea y Clitemnestra, o solo la imaginación infantil de algún recuerdo limitado. ¿Qué conjetura?... Yo me atreveré a volver, a averiguarlo. A pedir unos minutos que no admitan la menor réplica...

Mi mediana ventana se mira con el espejo. Se buscan. Me veo zurda. Y descubro que sigo allí, con mis manos quietas y mis ojos fijos en la pantalla...

Tocan a la puerta y me despido de todo; aquí doy término a lo personal de mis pensamientos. Lo demás queda en mi memoria, sin resistencia.

Libertad

1 comentario:

  1. Muy hermoso amiga... Excelente poema de la vida y del amor.

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