miércoles, 5 de septiembre de 2012

Los monos náufragos

Por la tarde, se echó a sufrir desconsolado, náufrago, a solas, inmerso en sus pensamientos. Al acostarse, abrazó su almohada con mucho afecto, se tiró de espaldas y contempló con cierta curiosidad lo que le era conocido: el techo. Desde esa correcta y descansada posición, de forma canina, imaginó a su vecina y a su amor de estudiante, no correspondido, en las posiciones más eróticas. Por eso, respiraba por la boca inmensamente abierta y dispuesta a relamer sus pensamientos hasta su culminación. Por eso mismo, le parecía que aquí y allá el conjunto de posiciones funcionaba como un hecho determinado por él. Aquí, sobre la cama; allá, en el hotel que él imaginaba. Naturalmente, ellas estaban sumisas y desnudas.

Pero él sabía que regresaba del mundo real, flagelado por la intemperie y la rutinaria soledad sexual. Pensaba que a su vecina o a la chiquilla de enfrente o a la de al lado le fascinaba su matraca; incluso se atrevía a conjeturar que a la vieja amiga le hacía falta un poco de calor. Se creía el dueño del mundo, un tirano del sexo. "Son débiles para descorchar una botella de vino tinto, cambiar una llanta, usar el desarmador y el alicate. Chillan si se les rompe una uña y sufren si a su amiga le queda bien el vestido nuevo y a ella no. Sólo tienen fuerza moral", pensaba, soltando una sonrisita hipócrita y esgrimiendo en su rostro un sentimiento de culpa y vanidad.

Dentro de su lógica, sabía que la fuerza del sexo débil estaba en la debilidad del sexo fuerte. Sabía, además, que para ejercer esa fuerza, el sexo débil solo tenía que apretar el muslo, como un puño, y nunca abrir las piernas. Sabía también que él no podía hacer lo mismo y declararse en huelga de hambre con su matraca, esperando que su Celestina se arrastrara de rodillas a sus pies, con el carapacho en estado de emergencia. Sabía que esta sinfonía, en la práctica, es decir, su matraca, no funcionaba de igual a igual con el carapacho, lo sabía en lo más intrínseco de su reducido cerebro.

Su promesa de amor eterno le importaba poco. Su miserable gallardete estaba olvidado, guardado bajo mil candados. Soltero, casado, viudo o divorciado daba lo mismo. "Ellas reciben, yo doy", decía, cogiendo la otra mano que reposaba sobre su matraca y apretándola con fuerza. Vivía en un estado casi permanente de erotismo potencial, que solo requería un pequeño estímulo, un pequeño esfuerzo para detonar: ver los senos sobresalientes bajo un escote, ver las piernas abundantes bajo la falda o los pantalones ajustados de su vecina, amiga o cualquier mujer. Ver lo redondo y curvo, eso era lo que tanto le entusiasmaba.

Aunque sabía que su currículum era asqueroso, eso no lo debilitaba, porque seguía admirando al enemigo, aunque en este caso, ella lo despreciara un millón de veces más. Eso lo excitaba, elevaba su libido hasta alcanzar una nova. Él lo lograría, cueste lo que cueste... Buscaría variantes, tratando de conquistar lo inconquistable. Pensaba que no le costaría nada. Entonces, se daba un descanso, logrando tener algunas aventuras amorosas. Pensaba que así podría equilibrar el partido, acostándose con la amiga de su amiga o con la gordita, la viuda de Juan Pérez...

Este "hombre", como todos los hombres, está casado con el sexo, por decirlo de otra manera. Cree que sus reflejos son más rápidos, que camina cien pasos por delante, sobre todo cuando su Celestina ha detectado en el aire (sin evidencia, por supuesto) que el náufrago regresa de una orgía necesaria, disfrutada con sus amigos y no precisamente para discutir algún trabajo o negocio con otros náufragos. "Para que me descubran... ¡uf!... pasarán mil años", se dice a sí mismo, dando saltitos y llamando a sus compinches. Una cerveza más y todo resuelto...

Lo anecdótico de todo esto es que la Celestina conoce a su mono náufrago. Ella sabe que todos los monos náufragos son seres inferiores, dotados intelectualmente para dos cosas: emborracharse y conseguir sexo. Ambas cosas, claro está, las tienen que hacer en grupo. Individualmente se disuelven porque son cobardes. "El emborracharse y tener sexo tiene que ser en grupo, no tiene gracia hacerlo solo, manualmente o con su pareja... No, no tiene gracia. Mi vanidad no me lo permite. ¿Cómo demuestro yo que tiro mejor que el otro mono? Tiene que ser en grupo".

Está científicamente comprobado, escrito en un millón de libros, que ningún mono náufrago vive satisfecho, encantado, risueño con la mujer que el destino le concedió como cónyuge, consorte o mujer. Aunque hay algunos monos náufragos despistados que no lo creen así. Pero estos son un porcentaje muy reducido... Son casos psiquiátricos que no vale la pena mencionar.

El descontento del náufrago se hace evidente cuando inevitablemente conoce al ángel guardián de su queridísima mujer: la mamá de la Celestina.

Desde luego que el concepto de "madre" es para todos una palabra bella y hermosa, sagrada. Y cada personaje le rinde culto desde su cultura y sus recuerdos.

Pero resulta que la Celestina también tiene una madre. Y su madre no es una madre cualquiera. No, no, no. Es algo más complicado y siniestro para la mente de este náufrago.

¡Es la queridísima mamá de ella!

En otras palabras, su consejera espiritual, su Richelieu, su conciencia en la penumbra de sus dudas, su Vladimiro Montesinos, su paño de lágrimas, su refugio de emergencia, sus fuerzas armadas y policiales si se da el caso y, lo más importante:

El enemigo público, estatal, privado y familiar número uno del náufrago. Siempre le dirá: "Eres el fan número uno". Por supuesto, él se lo creerá.

Ella nunca se irá por las ramas como el náufrago. Su instinto de suegra la convierte en chismosa, digo, periodista. Esto la llevará a entrevistar a la Celestina. Le preguntará minuciosamente sobre el trajinar del náufrago, su forma de comer, de pensar (porque no razona), de vestir, sus colores favoritos, cómo se comportan sus amigos, qué champú usa, si se baña a diario o cada semana, etc. A tal punto que en menos de lo que canta un gallo, la vieja, digo, la periodista, sabrá sobre el náufrago lo que nunca pudo llegar a saber ni su propia madre que lo parió.

Luego, esa periodista tan catedrática hará comentarios perversos entre sus familiares y amigas íntimas, que también tienen algún náufrago en sus vidas. "Yo se lo advertí, pero ella es terca como un miércoles". "¿Qué demonios le pudo ver a semejante tarugo?". "Y para variar, creo que hay otro idiota en su familia... y está saliendo con mi sobrina, Tere". Y así sucesivamente. Se regocijará en sociedad, insinuando su intuición de buena madre.

La madre de ella, por supuesto, tiene una jerarquía bien definida en su hogar, donde ella misma es la reina del hogar, en segundo lugar está la reina madre, la periodista (por no decir la vieja de miér...), y en tercer lugar, si lo hay, el príncipe o la princesa de la casa, sin importar el orden. Esto se refiere a los hijos planeados por ella. También puede haber un niño o una niña producto de una menstruación retrasada. Y por último, si no hay sobrinos, gatos o perros en la casa, está el pobre náufrago que mantiene con su "trabajo" a toda la multitud.

Hasta aquí con la madre de Eva, nuestra Celestina. ¿No tuvo Eva una madre? Yo creo que sí... ¿Y qué era la serpiente? Por culpa de ella, sentenciaron al pobre náufrago a ganarse el pan con el sudor de su frente y a morir tanto en manos de los médicos como en un accidente de tránsito, porque el náufrago se pasó de copas y se estrelló debajo de un camión. Bueno, algunos, que son pocos, mueren de muerte natural. Qué triste vida, especialmente para aquellos que creyeron ser los buenos.

Muy bien, hasta aquí con los náufragos en general.

Pero hay un náufrago muy especial. Un náufrago llamado Charly.

Según el razonamiento (aunque ya dije que los náufragos no razonan) del náufrago de Charly, existen suegras fantásticas que fortalecen el matrimonio en lugar de arruinarlo y convertirlo en papilla. Son casos únicos que deberían enmarcarse y subirse a Facebook.

Pero, atención...

Resulta que el náufrago de Charly cree que él no es solo el que sostiene el hogar, no, no, y mucho menos el portero. Tampoco, tampoco, no, no, no... No, señor. Este mono náufrago es el marido, es decir, la otra mitad de la naranja, el copropietario de la cama de dos plazas, una fiera salvaje, un mono desarrollado e intelectual, el que vive en el planeta de los simios pero que habla y hasta cree haber inventado la escritura porque escribe relatos y cuentos sin parar.

Este mono náufrago no es complicado, aunque es redundante decirlo porque todos son iguales, aunque con pequeñas diferencias a la hora de cometer estupideces. Especialmente cuando se trata de estupideces sexuales.

Lo contrario ocurre con las Celestinas. No hay dos iguales, ya que son diferentes en su estructura y mentalidad. El tiempo las ha ido cambiando y moldeando debido a que aprendieron de las estupideces de sus monos náufragos. Cambian de personalidad como cambian de peinado, lo que hace imposible que sus monos las entiendan. Entran al dormitorio sedientas y se dejan seducir por su mono náufrago, solo para luego hacer lo que les da la gana con ellos. Pero al final, quedan insatisfechas. La rutina las estresa. Al día siguiente, convertidas en brujas, les arrojan el desayuno en la mesa y las miran con desprecio. "Ni siquiera sirves para eso", murmuran en voz baja. "¿Qué dijiste?", replica el mono, sin entender. "No, solo digo que los niños han dejado todo hecho un desastre... Y hoy tengo que ir a la casa de Chichi, tenemos un almuerzo".

De callada, se habrá convertido en chacotera y parlanchina; de autoritaria, mansita; de amarga, más amargada; y de ángel, un demonio. Todo por culpa de su mono náufrago. Le vendrá en consecuencia una depresión de los mil demonios y la gran flauta. Y se volverá tan inestable como sus nervios.

El mono náufrago nunca lo sabrá.

Ahora, la Celestina es una verdadera lotería y más inestable que el cambio climático. Por ello, y antes de que llegue la tormenta, el mono náufrago se habrá retirado a mil kilómetros a la redonda, fuera de su alcance, para juntarse con sus congéneres, los otros monos náufragos, largándose a su inefable "point". En ese asqueroso lugar hay una mesa amplia llena de cicatrices negras en su madera, "dos chelas más y el resto que nos importa", gritan. Hay gras, chozas, el cielo derramando cariño con su estúpida garúa, muchos sorbos, mucho amor suelto y flechado, revuelto en el ambiente multicolor, y al fondo, hay seis jovencitas que los esperan, danzantes, prestas a cumplir con su misión: "pásame una pastillita azul, amigo, que hoy la hacemos linda...". Un dúo, o un trío, mejor seis contra seis. El primer cretino se para y se acerca a las "niñas"; "eres linda, hermosa, igual deben ser tus amigas". La niña no se sonroja, pero sonríe. "Ok. Las esperamos...".

¡Monos, monos... vengan, que acá la hacemos linda...! El serranito vestido de pingüino, amable, trae las cervezas y el vino; un mono náufrago llena los vasos y beben a su salud, a las de ellas; y hay un olor a cigarrillos, a licor, un olor indescifrable que aniega sus cabezas, que les origina algunos recuerdos; huele a sudor, a orines, a legía de matraca... a basura desparramada; y la música truena en sus oídos, haciéndolos bailar; rememoran sus encuentros, sueñan o piensan, y beben sin pestañear, sin cerrar los ojos; hay canas entre su pelo, pero se sienten jóvenes, con una sensación de tiempo suspendido, ¿hablan?, gritan, callan, siguen bebiendo, fuman, y cuando el pingüino aparece, sí, más cerveza... Hoy la hacemos linda... ¡Están de la puta madre!

Están haciendo un papelón... ¡Eso qué les importa! "La carne engorda el espíritu y espanta el amor", dice Charly; lo interrumpen, una sopa es una sopa, un cebiche y una sopa de pescado para tirar la resaca al río..., no debiste hablar, no debiste escribirlo, será tu culpa..., y bla, bla y bla, bla...                             

Libertad

6 comentarios:

  1. Holas colegas monos de tantos naufragios

    ¿Ningún comentario Charly?
    Pero si no es novedad. "Así fueron ellas, así son ellas y no hay, ni habrá, manera de cambiarlas..."
    Sólo tolerarán que le seas infiel con la titular, pero única y exclusivamente con ella. Con nadie más. Caso contrario, te arriesgarás a despertar al terrible monstruo de sus celos.
    Y habrán ondeado con tanta fuerza su única bandera, que su asta terminará por quebrarse entre sus manos. Recién entonces comprenderán que lo que siempre consideraron un símbolo no era más que un arma camuflada, y utilizarán el asta rota de su bandera como una lanza, asestándote punzadas a diestra y siniestra, buscando los puntos que ellas creen más vulnerables.
    Pero al final no habrá problema, porque a decir verdad nunca los hubo. Y luego de exponer lo peor de sí, vituperándote de la peor manera, terminarán sus relatos diciéndote: ... pero aún así te quiero.

    Saludos para todos.

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  2. Bueno, qué decir... Yo creo que hay razones para escribir de esa manera tan desordenada y visceral: Le llegó el evento, su histórica fecha, ha arriado su bandera, por siempre y para siempre. Esto les desarrolla un carácter de los mil demonios, sin contar las crisis de nervios o los intentos de suicidio (que a veces pueden ser muy legítimos y necesarios). No quieren comprender o entender, que el mundo de los anticonceptivos ya no está relacionado con ellas. Se resisten... Pero es falso que esta graduación haya concluido su vida de mujer... No no no... No piense así. Por el contrario, la naturaleza es sabia y los misterios de la vida también. Ahora usted, es más atractiva y sensual y hay ganas de gratificarla intensamente... Sólo permítase una llamada... ¡Up! ¡Jem! Saludos.

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  3. en el primer capitulo de futurama Fry por accidente entra en una cabina de suicidios... creo que es propio de las culturas avanzadas... pero oyendo os al leer dan ganas de no confundirse de cabina.
    Gracias!

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  4. Muy bien dicho amiga, eso es lo que son estos mamotretos que se alucinan muy varoncitos. Muy bien escrito, y por favor escribe más que me he meado de de risa...
    Saludos
    Alicia

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  5. Los hombres son la estupidez más grande que la naturaleza ha creado, cuando lo entenderán; allá ellos que solo piensan en los tragos y el sexo. Tienes razón, amiga, se merecen una serpiente como suegra jajajaja Muy buena tu lectura sobre ellos ja jaja monos naúfragos, porque siempre andan perdidos.
    Me aúno al pedido de que escribas más sobre estos monos... Excelente!!!!

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  6. Ja ja ja... Te pasaste. Muy bien escrito. ¡MONOS NAUFRAGOS!
    Saludos

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